Cierto día, una mujer llamada Ana fue a renovar su licencia de conducir.
Cuando le preguntaron cuál era su profesión, ella dudó, no sabía bien cómo
llamarla...el funcionario insistió: “lo que le pregunto es si tiene un trabajo”...
“claro que tengo un trabajo", exclamó Ana... "Soy madre."
"Nosotros no consideramos eso un trabajo. Voy a poner que es ama de
casa", dice el funcionario, fríamente.
Una amiga suya,
llamada Marta supo de lo ocurrido y quedó pensando al respecto, por algún
tiempo. Un día, ella se encontró en idéntica situación. La persona que la
atendió era una funcionaria de carrera, segura y eficiente.
El formulario parecía enorme e interminable! La primera pregunta fue: “¿cuál es
su ocupación?" Marta pensó un momento y, sin saber bien cómo, respondió:
"Soy doctora
en desenvolvimiento infantil y en relaciones humanas”
La funcionaria hizo una pausa... y Marta debió repetir lentamente, enfatizando
las palabras más significativas.
Luego de anotar todo, la joven osó indagar:
"Puedo preguntar, qué es lo que hace...
exactamente?"
"¿Mamá,
dónde están mis zapatos?...mamá, me ayudas con la tarea?... mamá, el bebé no
deja de llorar... mamá, me buscas de la escuela?... mamá, irás a verme
bailar?... mamá, me compras...?... mamá..."
Sentada en su
cama, Marta pensó: "si ella era doctora en desenvolvimiento infantil y
relaciones humanas... qué serían las abuelas?”
Y luego descubrió un título para ellas: doctoras-sénior en desenvolvimiento
infantil y en relaciones humanas.
Las bisabuelas, doctoras ejecutivas sénior.
Las tías, doctoras-asistentes...
Y todas las mujeres, madres, esposas, amigas y compañeras: doctoras en el arte
de hacer la vida mejor!
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