Me gozo en el Señor al observar a mi hijo e hijas que están conmigo en esta travesía que desde enero venimos realizando. Tuvimos separarnos con el único propósito de hacer el ministerio que Cristo nos encomendó. Ellos se quedan en la ciudad donde radicamos por motivo de sus estudios y yo viajo a la localidad de El Carmen para ayudar en una Iglesia. Cada fin de mes tenemos que despedirnos para que yo pueda estar con mis hijos una semana y luego volver a mi lugar de trabajo.
No es fásil realizar este trabajo. Es sacrificado y poco valorado por las personas a quienes queremos ayudar. Sin embargo mi familia sabe que Dios nos recompensará por este sacrificio realizado hasta ahora. Dios nunca nos dejó sin el sustento, y en su gracia y su amor nos da todo lo que necesitamos. No, nos falta nada, mis hijos lo saben y sé que están dispuestos a seguir apoyándome en todo cuanto yo necesite para seguir el trabajo encomendado.
